Escuelas Católicas tiene desde hace muchos años un puesto significativo y reconocido en la educación de nuestro país. Su voz se ha dejado oír desde su fundación, creciéndose y haciéndose cada vez más potente en la búsqueda de alternativas educativas válidas, no solo por novedosas, si no por su probada fundamentación y eficacia sobre la maduración e impulso al desarrollo del sujeto de la educación.
En los últimos años el aula, su actividad y su razón de ser han cambiado de modo sorprendente, aunque no inesperado, porque la escuela era consciente de esa necesidad. Un cambio que exige que la escuela sea semillero de individuos creativos, emprendedores, críticos, competentes en un mundo digital, capaces de búsqueda y adaptación, en una sociedad inexorable y afortunadamente abocada a la inclusión.
Una vez más, Escuelas Católicas es referente de esa escuela nueva. Provoca el cambio, impulsa la investigación, acompaña la transformación, sugiere caminos nuevos. Busca y comparte. La escuela española en general se ha visto contagiada por el “viral renovador” que abandera Escuelas Católicas y que tanto bien está haciendo a la educación.
A su ritmo provocador ha surgido algo más tal vez inesperado. La inmersión plena de los centros y docentes que atienden niños con necesidades educativas especiales en esta vorágine de novedad y renovación que mueve la educación. Las iniciativas e increíbles experiencias se han asentado plenamente en el hacer de los colegios de Escuelas Católicas con alumnos con necesidades educativas especiales para probar que el nuevo paradigma educativo es sorprendente, sí, pero que lo realmente sorprendente es el propio ser humano.
En sus centros la educación especial se está repensando y rediseñando. Se realiza de otro modo no solo porque las circunstancias mediáticas así lo provoquen, sino porque además se ha empezado a ver al alumno de forma distinta. Desde un prisma de potencialidad y confianza. Como un mar de capacidades.
Es verdad que la enseñanza ha sufrido cambios drásticos a lo largo de la historia. La aparición de la escritura, por ejemplo, hizo superar la trasmisión oral del conocimiento, permitió su permanencia, guardarlo, compararlo, modificarlo y hacerlo de nuevo presente, multiplicó de modo admirable el número de receptores… ¿Pudo imaginarse paradigma más impresionante y profundo? Ese novedoso paradigma trajo consigo el cambio del conocimiento, de la escuela y de la sociedad. Pero solo influyó muy superficialmente en la concepción y educación del sujeto con necesidades educativas especiales.
El paradigma actual es quizá mucho más potente que los anteriores. Al menos es rotundamente más amplio. Ha modificado los métodos, los procedimientos de enseñanza aprendizaje, el papel del profesor y del alumno, e incluso la misma función y concepto de la educación. Y ha convencido además de que la realidad debe estar dentro de la escuela y no fuera, visible en el aula que camina hacia un hacer más personalizado, creativo e inclusivo donde todo niño tiene un espacio.
En este medio y estas aulas no hay niño SIN POTENCIALIDAD. El ser humano es distinto y complementario, digno y capaz. Todos los niños pueden ser Einstein, ha afirmado Fernando Alberca. ¿Exageración? Tal vez, pero sí es cierto que cada niño lleva consigo una “inmensa caja de herramientas”, un enorme potencial que le permite crecer en la dimensión afectiva, psicomotora y cognitiva. Para todos es posible recordar, comprender, aplicar, analizar, evaluar, crear… Para todos es posible crecer en toda su potencialidad. Solo necesita ser guiado y motivado. ¡Qué no es poco!
Y a esa intervención se abocan de manera creativa la mayor parte de los centros de Escuelas Católicas que atienden a estos alumnos. Niños con discapacidad activos en grupo cooperativo; que se preguntan y responden ante el reto de una rutina de pensamiento, que manejan ¡con soltura! una tableta; pequeños que pueden hacer sus propios vídeos que discuten sobre la realidad, que dan vida a un proyecto de comprensión, rostros que se iluminan cuando nosotros, “los normales”, nos atrevíamos a pensar que no entendían y prueban que la intuición de Inteligencias Múltiples no fue una feliz ocurrencia sino una feliz realidad de cada niño.
Sin casi darnos cuenta, han ido apareciendo nuevas herramientas y materiales de intervención, en ocasiones de alta complejidad de diseño y elaboración, programas y métodos de rehabilitación, publicaciones, estudios e investigaciones novedosas de aplicación tecnológica.
Esta es la batalla que están ganando muchos profesionales. Esta es la batalla que está ganando la educación especial en Escuelas Católicas.
Sonia Ramos Bárcena, HFI