El sonido del timbre que anuncia el cambio de clase, el bullicio en el pasillo a la vuelta del recreo, el eco atropellado en mitad del temido ‘listening’, el murmullo acompasado de la hora de música, la celebración del último penalti o las carreras al terminar la jornada sorteando la sinfonía de la rueda de las maletas… ¿Es la ‘banda sonora’ de un centro educativo una melodía de aprendizaje o es el epicentro de una tormenta que perturba el descanso del barrio? En los últimos tiempos, el debate mediático y el crecimiento de críticas relacionadas con el ruido generado por los centros educativos han derivado en un enfrentamiento social y político entre bandos que hacen malabares sobre la importancia de conciliar el ‘ruido’ del saber con la convivencia en su entorno.
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