Mi padre nunca cantaba. Le habían dicho que no valía para eso. De pequeña, las únicas veces que lo oía tararear era cuando sonaba en la radio esa canción de Simon & Garfunkel. Tardé mucho en discernir la letra porque lo único que articulaba era el estribillo. «Like a bridge over troubled water» susurraba. No sabía cuáles eran esas aguas turbulentas, ni entendía qué significaba ser ese puente, pero me reconfortaban aquellas armonías y el tono de su voz.

When you’re weary, feeling small
[Cuando estés abatido/a, sintiéndote insignificante]

¿Cuántas personas de nuestro entorno se encuentran solas en la orilla, frente a un río de emociones revueltas y sin saber cómo cruzar para encontrar un poco de paz interior? La vida nos va presentando situaciones que pueden llevarnos a lugares oscuros y desesperanzadores y causar una desregulación de nuestro sistema nervioso. Históricamente tenía sentido: el cerebro, para protegernos del depredador, producía una inmovilización del cuerpo para ayudarnos a pasar desapercibidos. En este estado de parálisis se desacelera el ritmo cardiaco, se hace menos honda la respiración, se pausan funciones no tan esenciales como la digestión, desaparece en nosotros la energía vital, las ganas de socializar, la esperanza… Es curioso cómo un mecanismo de supervivencia que tenía sentido cuando éramos cazadores-recolectores puede provocar que hoy, cuando la sensación de peligro o amenaza sea demasiado abrumadora, se pueda llegar a buscar la muerte.

When tears are in your eyes
[Cuando haya lágrimas en tus ojos]

En realidad, el motivo del suicidio no es ni buscar la muerte ni escapar a la vida, sino poner fin al sufrimiento. Los medios de comunicación desbordan de datos que reflejan la extensión del dolor en nuestra sociedad: violencia, crisis, traumas, problemas de salud mental… En el webinar Cuando la vida no tiene sentido – Prevenir el suicidio es tarea de todos, Consuelo Santamaría nos hablaba de las fuentes del sufrimiento infantil, de los factores de riesgo y de cómo hablar con los niños sobre el suicidio, conocimientos necesarios para que la escuela pueda ser un verdadero lugar de protección, prevención e intervención. Para poder guiar a quienes más lo necesitan hacia un lugar de sanación y esperanza, aprendamos a ver y reconocer las señales de la desesperación.

I’ll dry them all, I’m on your side
[Yo las secaré todas, estoy a tu lado]

Del dolor emocional nacen respuestas para ahogarlo. Sobre todo si nos faltan herramientas para la regulación emocional y personas de confianza que nos apoyen, las conductas que muchas veces se adoptan para anestesiar las emociones intolerables son contrarias al bienestar real, como las adicciones, las autolesiones o la ideación suicida. La soledad es un factor de riesgo que puede hacer pasar de la ideación al acto. Por otro lado, los testimonios de personas que finalmente decidieron no consumar el suicidio muestran el enorme impacto preventivo que pueden tener las personas que en los momentos más oscuros les han regalado un poco de luz. Para ayudarnos a ser faros en la oscuridad, la Fundación ANAR ha publicado una Guía sobre cómo prevenir y actuar ante el intento de suicidio de un/a menor de edad: señales de alerta, recursos y consejos para familias y profesionales. Aprendamos cómo actuar frente a las lágrimas.

When times get rough and friends just can’t be found
[Cuando los tiempos sean difíciles y que no encuentres amigos]

Frente al sufrimiento ajeno, ¿quién no quisiera ser un buen samaritano, ofreciendo cuidado y alivio a quien lo necesite para que su angustia sea sustituida por un poco de paz y de optimismo? Lo que puede complicar la prevención del suicidio es que, además de que nos falten conocimientos, tiempo o confianza, muchas veces el dolor es invisible. ¿Cuántos de nosotros hemos aprendido a disimular las emociones, a retener las lágrimas, a esconder nuestro mundo interior detrás de una sonrisa sin alma o un «estoy bien» sin convicción? Ser ese amigo, o esa amiga, que acompaña, que escucha, que devuelve la creencia en un mañana mejor, requiere que nos atrevamos a acercarnos y preguntar con empatía y honestidad sobre lo que en realidad están viviendo las personas a nuestro alrededor. No podemos esperar de la persona que sufre que nos encuentre: nos toca a nosotros ir a su encuentro. Y cuando somos nosotros quienes necesitamos que alguien nos tienda la mano, aprendamos a pedir ayuda.

Like a bridge over troubled water, I will lay me down
[Como un puente sobre aguas turbulentas yo me desplegaré]

Simon y Garfunkel prometen ser luz y sustento para quienes se sientan emocionalmente inmovilizados, ayudándolos a avanzar hacia un lugar seguro y de sanación. Qué importante es que existan no solo canciones que consuelan, sino también un Día Mundial para la Prevención del Suicidio, y que cada 10 de septiembre se nos vuelva a recordar lo importantes que somos en esta batalla vital de las personas y en la construcción de una sociedad cada vez más solidaria y sanadora. Pero para prevenir el suicidio, la violencia o el sufrimiento, nos necesitamos todos: necesitamos que nuestras escuelas y organizaciones sean estructuras que cuiden, que existan protocolos, sistemas y procesos que nos orienten, que tengamos una visión compartida de una cultura y sociedad que nutren y protegen. No podemos dejar al azar que haya o no un buen samaritano en el lugar adecuado y en el momento oportuno: ser escuela samaritana, escuela del cuidado, es compartir un compromiso y una manera de ser y actuar en el mundo, hasta en los rincones más desoladores.

Para tender puentes juntos, desde Escuelas Católicas ofrecemos a nuestros centros y entidades titulares la oportunidad de participar en el programa Shamar – Escuelas del cuidado, programa que promueve una transformación de la cultura desde los sistemas, desde una pedagogía que cuida, un liderazgo sistémico y una comunicación del cuidado, y cuyo periodo de matrícula sigue abierto hasta el 18 de septiembre. Porque ser escuela del cuidado es también ser escuela de puentes y caminos.

Eline Lund
@eline_BL
Secretaría técnica del proyecto interdepartamental “Shamar – Escuelas del cuidado”

Sail on, silver girl, sail on by
Your time has come to shine
All your dreams are on their way
See how they shine
Oh, if you need a friend,
I’m sailing right behind.

[Navega, chica plateada, ve navegando
Ha llegado tu hora de brillar
Todos tus sueños están en camino
Mira cómo brillan
Oh, si necesitas un amigo,
Yo navego tras de ti.]