Un Miércoles de Ceniza de hace unos años, salíamos de la capilla del colegio tras una oración preparada por los profesores del ciclo. Estábamos contentos de cómo había ido todo, aunque solo pudimos intercambiar: «qué bonito ha sido y cómo se han metido los chicos en la dinámica», mientras recogíamos apresuradamente para llegar a clase.
