Por definición, un amateur es alguien que hace algo por amor al arte. Normalmente tendemos a creer que ello implica hacerlo sin profesionalidad, sin categoría, vamos, no hacerlo del todo bien. Realmente cuando nos referimos a alguien que hace algo de manera amateur, lo que queremos decir es que no se gana la vida con ello, que profesionalmente dedica sus esfuerzos a otra cosa, pero en ningún caso debemos dar por hecho que algo amateur no es algo bien hecho.
Vivimos en la era de la comunicación, y la humanidad está cambiando. Nos encontramos cada día con jóvenes que dominan las redes, la música, los videojuegos, los deportes, etc. Nuestros jóvenes no se ganan la vida con ello, evidentemente, pero pueden ser, y de hecho muchos lo son, verdaderos virtuosos de aquello en lo que han encontrado su Elemento, su ilusión, su realización. Y encontrar tu Elemento está íntimamente unido a hacer algo bien, a disfrutar con ello, a emocionarte con ello, y eso, no lo sueles elegir, eso se te presenta en la vida.
Con este paradigma nos encontramos en las escuelas, miles de jóvenes que saben hacer muchas cosas y muy bien, que han desarrollado diferentes inteligencias porque han descubierto que cada uno es bueno en algo distinto, y que además, tienen la opción de compartir aquello con lo que disfrutan a través de las redes con todo el mundo. Pero, ¿y nosotros? ¿qué pasa con los docentes? El mundo ha cambiado, los jóvenes tienen ahora mismo una repercusión en el mundo que hace años era impensable, y esa capacidad de llegar tan lejos a veces nos pilla fuera de juego. Nosotros, si queremos entenderlos, si queremos ayudarlos, si queremos educarlos, y sobre todo, si queremos emocionarlos y emocionarnos, también tenemos que cambiar.
Y el cambio ya no tiene fecha en el calendario, es cada día. Y ese cambio nos invita a estar presentes en las redes, a encontrarnos con ellos, a interactuar, a formar parte de su mundo y a hablar su idioma. Hoy día no se puede concebir un docente que no esté presente en las redes, aunque sea como observador, para entender la realidad de nuestros alumnos, sus preocupaciones, sus miedos, sus limitaciones. Tenemos que entender que es imposible que podamos llegar a emocionar a nuestro alumnado si nos encontramos a años luz de ellos en cuanto a la tecnología se refiere. Toca reciclarse, toca emocionarse.
¿De veras quieres ser de ayuda para tus alumnos? ¿Quieres ayudarles a encontrar su Elemento? Si asumimos que para muchos de ellos estudiar los temas planteados en su currículum no les resulta emocionante ni estimulante, la única forma de ayudarles a realizarse como persona es enseñándoles que cada uno de ellos es único e irrepetible, y que a buen seguro existe algo en la vida que se les da bien, que les emociona, que les llena. Normalmente estas cosas son las que ellos, sin saberlo, comparten en las redes de forma espontánea: un vídeo, una frase estimulante, una foto concreta, una canción, un dibujo, un hobby. Si no estamos en las redes, si no cambiamos el chip, sin darnos cuenta, dejaremos pasar la gran oportunidad que nos da la vida de ser verdaderos guías y referentes para estos jóvenes que, sin saberlo, nos están dando señales continuamente de aquello para lo que se sienten llamados.
Alan Antich
Ponente del XIV Congreso de Escuelas Católicas “Emociona. Comunicación y Educación”