Hace unos días me enviaron el vídeo del partido de Infantiles de Alaró (Mallorca) donde observaba a los padres de los jugadores peleándose en presencia de sus hijos e interrumpiendo el encuentro deportivo. Poco después me entró la curiosidad e inserté los conceptos “padres + partido” en Youtube y obtuve los resultados que esperaba, una catarata de vergonzosos testimonios sobre cómo un grupo de adultos pueden acabar desacreditándose ante sus hijos y ante la sociedad.

La siguiente pregunta que me hice era, ¿por qué motivo insertando en el buscador esos conceptos mi subconsciente no esperaba encontrar contenidos como: padres animando a sus hijos o celebrando sus victorias o alentando a sus pequeños a superarse en el próximo encuentro?, a lo que acabé respondiendo, “claro, es culpa del maldito algoritmo y su manía por elevar los contenidos más relevantes”. Después pensé en la necesidad de empezar a posicionar ese buen ejemplo en la red como en las gradas de miles de campos de fútbol que semana tras semana acogen a millones de padres dispuestos a animar. No hay que tomar el todo por la parte con el caso de Telde, pero ha de servir como aldabonazo para reflexionar de forma urgente sobre la actitud que adoptan algunos adultos allá donde compiten sus hijos.

La actualidad informativa de hace unos días nos brindaba la presentación del ‘Manual para padres: deporte y valores’ con el que se pretende prevenir comportamientos inapropiados en la cancha. El manual, escrito por los entrenadores Guillermo Calvo y David García, recoge todo tipo de situaciones y ejemplos que sirven para valorar tanto el comportamiento individual de cada uno como las actuaciones de los que están en el campo: desde el jugador, al rival, pasando por el árbitro. El acto de presentación contó con Butragueño que recordó que los padres tienen la «gran responsabilidad» y «obligación» de educar a sus hijos, y reseñó que en muchas ocasiones viendo a sus hijos encontraba padres que comentaban las tácticas de los entrenadores en torneos infantiles como si fueran expertos. «Que los padres den indicaciones a sus hijos es incómodo para el niño, los compañeros y el entrenador; pero que insulten al árbitro, se metan con el contrario o inciten a que su hijo de patadas a otro porque hay que ganar el partido sí o sí, ahí sí que no», añadió el ex-delantero del Real Madrid.

Ahora que lo pienso, creo que mi subconsciente ansiaba encontrar, utilizando estos conceptos, el corto “L´Petit Equip”, una entrañable obra de arte que pulula por Youtube y que narra la historia del equipo prebenjamín llamado Margatania F.C. Un equipo de fútbol que quiere ganar pero siendo conscientes de sus limitaciones, como ellos mismos reconocen: “son muy grandes…”, afirma el delantero refiriéndose a sus contrincantes. La historia de este equipo es una pequeña lección sobre qué representa el deporte para los más pequeños, una herramienta educativa y socializadora que les permite descubrir un abanico de sentimientos como: la frustración, el triunfo, los nervios, el compañerismo… y aprender a lidiar con ellos. La cinta también aborda la presencia de los progenitores en el campo, un grupo de adultos que animan e ironizan, de forma sana, sobre las escasas opciones de gol de sus hijos: “al que tenemos aburrido es al portero del equipo contrario” comenta alguno, y adultos que a la vez se reconocen como garantes del buen hacer con el contrario, con el árbitro y con el entrenador.

Puede que necesitemos de un manual para reposicionar en la red los términos “padres” o “partido” con contenidos más estimulantes y puede que también se requiera, para empezar a dar los primeros pasos, un texto tan pedagógico como el “Manual para padres: deporte y valores” que reposicione en los padres valores como el juego limpio, la justicia, la competitividad, el trabajo en equipo… como conceptos yuxtapuestos al deporte. Pero nunca debemos dejar de reflexionar sobre la imagen que proyectamos desde la grada en los pequeños jugadores que están esperando recibir un mensaje que les ayude a ser mejores deportistas y mejores personas. Evocando a Rudyar Kipling y su poema ‘If’  debemos trabajar cada día para que aprendan a encontrarse “con el triunfo y el fracaso” en la vida y en el deporte, y que traten “a esos dos impostores de la misma manera”.

Es el momento de posicionar y que mejor que con este testimonio de Aitor, un niño barcelonés seguidor del Betis y su padre, que nos demuestran que el buen ejemplo en el campo hay que traerlo de casa.

@Cheivor