El día 30 de noviembre celebraremos el Día Mundial del Influencer. Una figura que en la última década ha ido cobrando importancia. Pero… ¿qué pasaría si de repente abriéramos Instagram o TikTok y hubieran desaparecido todos los influencers? ¡Oh, sorpresa! No hay nada. Ni un solo post. Ni una publicación de tu influencer favorito mostrando su café perfecto o la nueva crema que “te quita 10 años de encima con solo abrir el bote”.
Te preguntas, ¿qué pasó?, ¿se cayó Internet?, ¿nos invadieron los aliens? Sería algo así como una catástrofe comparable a las caídas de Whatsapp. Los influencers han desaparecido.
Así que intentas seguir con tu vida, pero te das cuenta de que el caos ha comenzado:
Nadie sabe qué desayunar
Sin una foto de un bol de açaí con toppings perfectos, la gente deambula confundida por la cocina. ¿Avena? ¿Pan con aguacate? Alguien incluso considera comer cereal… ¡con azúcar! Y claro, nadie sabe si está permitido usar leche de vaca o si eso es un crimen contra el planeta.
¿Qué ropa me pongo?
Antes, bastaba con echar un vistazo a las stories para saber cuál era el outfit del día. Ahora, sin ese outfit inspirado en la moda oversize con un toque casual (que ni sabías que existía o querías), sigues con tu pijama arrugado a las 4 de la tarde, porque ya nada tiene sentido.
Adiós a los tutoriales de maquillaje
Sin un vídeo de más de 12 pasos para lograr «el maquillaje natural que no parece maquillaje pero en realidad es maquillaje», sales de casa con un desastre en la cara, digno de un payaso terrorífico usando bronzer como sombra y brillo labial en las cejas. ¿Qué más da? Sin influencers nadie sabría cuál es la forma correcta.
El gimnasio, un territorio desconocido
Sin vídeos de entrenamientos motivacionales en ropa deportiva de última moda ni fotografías de lo bien que te quedan esos bíceps recién entrenados, ir al gimnasio es básicamente un acto heroico. ¿Cuántas sentadillas son demasiadas? ¿Es normal sudar así? ¿Y qué pasó con ese batido post-entreno que parecía más un postre que un suplemento? Quizá incluso la gente realmente entrenaría…
Las marcas en crisis
Sin influencers para promocionar sus productos, las marcas están al borde del colapso. ¿Quién va a decirnos que necesitamos ese suero facial que «regenera» la piel mientras duermes? Las tiendas on-line empezarían a cerrar sus webs, mientras que los locales estarían llenos, pero la gente ya no sabe qué comprar. Algunos, desesperados, empiezan a leer los catálogos que vuelven a llenar los buzones…
Y ahora, ¿cómo crío a mi bebé?
No tendríamos instamamis, esas diosas de la crianza sin las que no sabríamos cómo cuidar de nuestros retoños. Esas que tienen los niños más rubios, conocen las mejores ofertas y alimentan mejor y más sano que nadie a su prole. Esas que hacen «publi» solo de los productos que les convencen de verdad de la buena, no porque sea su jugosa fuente de ingresos. Nuestros vástagos crecerían en una especie de mundo salvaje sin las inspiraciones de esas supermamás.
Las opiniones vuelven a ser privadas
Sin las opiniones apasionadas de influencers sobre los temas más diversos (desde política internacional hasta cuál es la mejor pizza congelada, o mucho más importante si la tortilla debe llevar cebolla o no), la gente empieza a tener… sus propias opiniones. Pero claro, ahora nadie sabe si están «trendy» o si, peor aún, están siendo «cancelados» en secreto.
Las vacaciones sin inspiración
¿Dónde ir de vacaciones? Sin esa foto perfecta frente a una playa paradisíaca con un sombrero gigante y gafas de sol XXL, las agencias de viajes reportan una disminución del 90% en reservas. Todos volveríamos a esos apartamentos tan nostálgicos de Torrevieja. La gente, desconcertada, incluso empieza a considerar quedarse en casa. ¿Para qué ir de vacaciones si no puedes presumir de tus fotos?
Al final del día, nos damos cuenta de algo importante: los influencers nos salvan cada día de un caos total. Porque, sin ellos, tendríamos que decidir por nosotros mismos qué comer, cómo vestirnos, qué productos comprar y a dónde ir de vacaciones. ¡Y sinceramente, eso es demasiado trabajo!
Así que, el Día Mundial del Influencer, quizá deberíamos agradecerles no solo por sus recomendaciones de productos, sino por mantenernos a salvo del abismo de la indecisión y el caos total. Porque, sin ellos, ¿realmente sobreviviríamos?
Rafael Molina
Departamento de Innovación Pedagógica de Escuelas Católicas