Arturo Ruiz, Joan Campàs y Jordi Vallés forman parte de mi vida. No son familiares, ni amigos, pero fueron mis profesores, respectivamente, de Literatura, Historia del Arte y Matemáticas. A ellos y a unos cuántos más les debo buena parte de mi educación intelectual y sentimental. Y sin ellos, este escrito no existiría. El tiempo ha pasado, y aunque la curiosidad no desaparece, la realidad es que uno ya ejerce más de maestro que de alumno, ya sea en casa con los hijos o en el trabajo con los compañeros más jóvenes. Y es entonces cuando confirmas que la educación y la cultura son la piedra angular de esta sociedad nuestra que sobrevive en permanente desarrollo. Sin esa formación no hay valores, ni espíritu crítico, ni libertad.Sigue leyendo
La «magia» de la educación
Cuando Pedro Mezonzo, el obispo de Santiago de Compostela en el año 1000, mandó reconstruir el templo de la ciudad destruido por el rey Almanzor, soñó con un espacio bello y grande que ofrecer a los peregrinos que comenzaban a afluir numerosos a la capital gallega. Su sueño comenzó a materializarse en el 1003. Pero nunca llegó a ver acabado el templo románico inaugurado en el 1075, ni las ampliaciones del arzobispo Gelmírez en el siglo XII, época en la que se terminó el Pórtico de la Gloria. Y ni Pedro Mezonzo ni Diego Gelmírez llegaron a ver las magníficas torres del siglo XIV, ni la decoración barroca del interior del siglo XVII, ni la fachada del Obradoiro, terminada de construir en 1750. Pero a pesar de que sabían que no conocerían el resultado final, aquellos obispos pusieron en marcha su sueño con firmeza, miradas de artistas aportaron su arte a lo largo de los años, decenas de arquitectos trabajaron en diversas épocas, artesanos y canteros trabajaron durante siglos, con plena pasión, para que una obra que comenzó antes del año 1000 pudiese terminarse en 1750. Unos lo soñaron y empezaron a trabajar con pasión. Y, por ese sueño, lo que no existía, comenzó a existir y hoy nos asombra a todos.Sigue leyendo
Enraizados en la realidad y el espíritu
Sin la transformación de los profesores en educadores y en activistas espirituales y sociales no se puede hacer nada.
Dejarse afectar por la realidad de nuestro mundo, enraizarse en los acontecimientos que generan sufrimiento socio-económico, esperanzarse con las transformaciones sociales y con el nuevo activismo ecologista de los jóvenes, tener en el centro de vida un arraigo espiritual. Estas cuatro actitudes profundas son esenciales para que quienes nos dedicamos a la educación seamos capaces de creernos de verdad que nuestra misión va mucho más allá de la enseñanza.Sigue leyendo
Profesores embajadores de la marca de la escuela
Me dedico al branding escolar, es decir, a la gestión de la marca de las escuelas. Que hable de la escuela como marca no genera entusiasmo entre el profesorado. Lo sé, he sido profesor 30 años. La dirección –como vive preocupada por la imperiosa necesidad de captación de alumnos– lo ve quizá un mal menor.
En realidad, comprender qué es marca brinda a la escuela la oportunidad de comunicar su identidad de un modo extraordinario y de conectar emotivamente con cada familia.Sigue leyendo