Cierro los ojos. Y puedo ver cómo los portones y bisagras de cientos de escuelas no rechinan porque llevan demasiados días sin hacer su gimnasia diaria. Ya llevan días los pupitres alterados, nerviosos. Se les oye todo el rato hablar y preguntarse “¿qué está pasando?, ¿a dónde se han ido?”.
Las sillas tratan de calmarles “Quizás sea ya verano”. Pero los calendarios de cada clase alzaban la voz y mostraban las hojas que faltaban por ser arrancadas para que llegara el calor. Por pasillos y aulas vacías se oían las voces de todos, “¿qué está pasando?”.Sigue leyendo