Había una vez un colectivo enorme de gente que cuando escuchaba la palabra fiesta o sabía que había días de puente preparaba las maletas y realizaba viajes, cargando los depósitos de gasolina para desplazarse con rapidez a sus pueblos y encontrarse con la familia. Lo hacían todo por el encuentro.
Había una vez un grupo que se marchaba bien lejos de su rutina para poder encontrarse con amigos en lugares especiales y así cargarse de la energía necesaria que les mantuviera alegres y constantes para llegar con ánimo y buen talante al siguiente puente o festividad. Lo hacían todo por el descanso.Sigue leyendo