En el oscuro rincón de la realidad que representan los abusos sexuales a menores, la comunicación emerge como una luz que puede iluminar el camino hacia la prevención y reparación de esta lacra que nos afecta y nos duele a todos.
En este viaje el poder de la palabra nos ayuda a conectar con esas personas que sufren, convirtiéndose la palabra «amiga» en un “abrazo del alma”, una conexión que trasciende las barreras del dolor, tal y como señala el filósofo Josep María Esquirol[1]: “Podemos imaginarnos nombrando todas las cosas del universo y teniendo teorías para todos, y experimentar, sin embargo, la misma pequeñez y el mismo desamparo: solo nos apacigua la palabra amiga, que no exhibe la verdad de los hechos, sino que transmite el abrazo del alma”.Sigue leyendo