La capacidad de escucha envuelve el perfil de cualquier docente. Escuchar implica preguntarse por qué hacen lo que hacen y por qué dicen lo que dicen, y encontrar respuestas; observar, entender y atender sus intereses, sus reacciones, sus experiencias y expresiones; modificar acciones; provocar sonrisas; conseguir que nuevos horizontes se abran, que nuevas tareas se presenten, que nuevos niveles de conocimiento e intuición se concreticen… Y tanto hay que escuchar para educar como educar para escuchar.
La lección más novedosa es aquella que en su contenido incluye educar la admiración. Además de enseñar las asignaturas a través de la vida real, hay que enseñar vida a través de las asignaturas. Les ilusiona creer que han sido ellos los que lo han descubierto, creer que han sido ellos los que han logrado explicarte a ti lo que tú tenías que explicarles a ellos. ¡La mejor opción para la vida es invertir en ilusión!
Para creer en lo que haces hay que creer en aquel al que diriges lo que haces. Entonces, el programa está a tu disposición y no tú a disposición del programa. Hay una gran diferencia entre hacer lo que está programado y programar lo que quieres hacer. No es cuestión de dotar al aula de… sino de encontrar a la maestra, al maestro, capaz de hacer que el alumno genere ideas con… No es cuestión de paradigmas, ni siquiera es cuestión de metodología, sino de un cambio radical de estado mental y nivel de consciencia desde el que sea posible enseñar desde el cerebro del que aprende y construir la escuela que no existe para el alumno que no llega.
José Antonio Fernández Bravo
Ponente del XV Congreso de Escuelas Católicas #Magister. Educar para dar vida