“Los grandes maestros los encuentras en cualquier sitio”, dice el escrito Albert Espinosa al referirse a una mujer excepcional que, en las noches de hospital en su adolescencia, le enseñó a no perder la capacidad de lucha y la ilusión. En definitiva, le enseñó a “leer” lo que vivía en aquel momento de una manera nueva, creativa y esperanzada, incluso en una lección tan incomprensible como la del cáncer en los niños.
La principal tarea de los maestros es enseñar a “leer”. Hay quien piensa que es todo lo que un ser humano puede enseñar a otro. Pero leer es más que descifrar signos en sonidos. Es entrar en un trato amigable con los sabios, los artistas, los místicos y demás bienaventurados de la justicia, la convivencia pacífica y la esperanza. El maestro que enseña a leer nos introduce en el diálogo amistoso con los maestros y maestras de otras épocas en busca de lo valioso y auténtico. El maestro -sea donde sea que se encuentre- es un miembro de esa comunidad de “lectores” que nos arrastra con su ejemplo a acoger el don de lo que nos es dado y entregado generosamente por los otros y que conmueve nuestra existencia.
La educación será renovada por quienes mantienen vivo el aliento de la lectura atenta y reflexiva, es decir, del estudio. El espíritu del estudio continuo es el “maestro de los maestros”. Cada uno tendrá que encontrar su fuente, modalidad y modulación. Pero hay algunos contenidos a los que todos los maestros habrán de prestar más atención, más allá del ámbito propio de especialización: los problemas sociales de la humanidad, el desafío ecológico, las oportunidades y límites de la era digital… Un estudio permanente y compartido en comunidad.
Desde el punto de vista de la educación católica hay dos tareas cruciales: una sólida y permanente formación teológica-pastoral y un interés especial por las conexiones entre la espiritualidad y el mundo cultural-artístico contemporáneo. Cuando la ética se ha problematizado y se tambalean sus fundamentos y cuando la fe está en descrecimiento, las artes siguen atestiguando los anhelos espirituales del corazón humano. De ahí que la educación estética sea hoy tan decisiva.
Javier Carballo
Ponente del XV Congreso de Escuelas Católicas “#Magister. Educar para dar vida”