Han pasado ya unos días desde que finalizara el XV Congreso de Escuelas Católicas: #magister. Educar para dar vida. Hemos reposado un poco todas las emociones que nos despertaron las vivencias de los tres días que duró el Congreso y podemos empezar a hacer un tímido balance, aún sabiendo que tendremos que hacer un análisis en profundidad de las evaluaciones de los asistentes, de los colaboradores y patrocinadores, de la propia organización… tendremos que revisar las cifras de repercusión en medios de comunicación y medios sociales… en fin, queda mucho trabajo por delante, pero aún así, puedo ya contar mis impresiones primeras, como decía, un poco reposadas por el descanso.
Ha sido un Congreso complejo, complejo porque ha sido ambicioso en los números que ha abarcado y en los contenidos que ha propuesto. Ha sido un Congreso complejo porque una vez más la politización de la educación nos ha intentado distraer de lo importante, del verdadero debate educativo, que en este caso pretendía hablar de la trascendencia del maestro en la educación.
Y precisamente por toda esa complejidad, siento que nada puede igualar la satisfacción que resulta cuando ha terminado un trabajo que ha supuesto un gran esfuerzo durante más de un año para un numeroso equipo. Los fallos que te angustian en el momento que se producen tienen después el poso de la tranquilidad de saber que no ha quedado por ese equipo, que ha hecho todo lo humanamente posible para que todo saliera bien.
Solo el amor es el que da valor a todas las cosas, decía Santa Teresa. Y el amor puesto en la preparación del Congreso ha rebosado cada detalle. Como la gratitud no expresada no es gratitud, quiero que estas líneas sean sobre todo expresión de gratitud a todos los que han hecho posible este Congreso, cuyos nombres, escritos en esta imagen, son rúbrica de su profesionalidad, de su entrega a un trabajo bien hecho. Pero no solo ellos hacen posible el Congreso. Este es lo que es, el mayor acontecimiento educativo de este país, gracias a la respuesta a nuestra convocatoria que hacen nuestros centros e instituciones. Gracias a la confianza que ponen en nosotros y que jamás querríamos quebrar. Así pues, de todo corazón, GRACIAS A TODOS, por hacer posible #magister. Educar para dar vida.
Victoria Moya Segura
Directora del XV Congreso de Escuelas Católicas