Estamos en época de previsión y de visión, de revisión de lo hecho y de planificación de las acciones futuras en nuestros centros e instituciones, y todo ello no tiene nada que ver con algo que se le ocurre a alguien gratuita y repentinamente. La visión se basa en la profunda y científica comprensión de las tendencias tecnológicas, científicas, pedagógicas, sociológicas, y políticas en las que estamos inmensos en el mundo educativo, contempladas con nuestras “gafas institucionales” (identidad y carisma) y desde la óptica de las transformaciones que tenemos que acometer en nuestras aulas e instituciones.

La previsión no es un acto individual del líder sino el resultado del estudio y conocimiento compartido de muchas personas que participan en la misma misión de la organización. No cabe duda que el papel del líder en la configuración de la visión de una organización es clave, pero no sólo es necesaria su lente angular para intuir y prever el futuro, sino multitud de lentes reflexionando, llevando a la práctica, evaluando y volviendo a poner en práctica distintos paisajes con el mismo objetivo o misión.

Pero no solo con previsión seguiremos teniendo futuro en nuestras organizaciones educativas. Debemos seguir siendo capaces de responder a estas tres preguntas: ¿Qué servicio educativo debemos ofrecer a nuestros alumnos en un plazo de 3 a 5 años?  ¿Qué nuevas competencias necesitamos adquirir como directivos y docentes para proporcionar esos servicios que intuimos en nuestros centros educativos? ¿Qué necesitamos reconfigurar y cambiar de nuestras organizaciones para que todo ello sea factible?

Y la respuesta a estas preguntas es muy simple y compleja a la vez: la clave está en la innovación. La innovación forma parte del ADN de nuestras instituciones educativas, y los primeros innovadores fueron nuestros fundadores, que supieron ver nuevos retos educativos a los que dieron respuesta a través de las instituciones que fundaron. Y ahora más que nunca, en el cambio de época que estamos viviendo, debemos volver a nuestras raíces para tomar impulso desde la experiencia y así generar nuevas rutas sostenibles para la mejora educativa. Innovar es soñar una forma diferente de abordar las cosas para mejorarlas, pero necesariamente en colaboración con otros. Consiste en la capacidad para generar nuevas ideas y ponerlas en práctica para encontrar oportunidades que nos permitan cumplir mejor con nuestra misión. Y como es un proceso, se puede estructurar, aprender, enseñar y medir. Por tanto, las organizaciones innovadoras no nacen, ¡se hacen! Y este proceso no surge desde el aislamiento o el esfuerzo individual, sino colectivo, y además requiere que se trabaje de manera colaborativa con otras organizaciones. La innovación es el resultado de un trabajo disciplinado, bien fundamentado, y no de un golpe de suerte. Por eso, en Escuelas Católicas estamos convencidos de que la innovación no es una moda ni se improvisa, porque:

  • es un proceso planificado de cambio,
  • fundamentado en la investigación científica,
  • que debe producir mejora del sistema,
  • con reflexión y evaluación continua,
  • que responde a determinados retos,
  • y está contextualizada y personalizada para cada una de nuestras instituciones educativas.

¿Estamos creando en nuestras organizaciones entornos propicios para la innovación sostenible? En Escuelas Católicas hemos creado el enfoque de trabajo PIE (Pensamiento de Innovación Educativa) que está resultando útil para sistematizar el proceso de reflexión colectiva para diseñar la ruta de innovación pedagógica y pastoral de cada centro e institución de manera flexible y sostenible. Somos red de #profesinnovadores y seguiremos compartiendo proyectos desde el Departamento de Innovación Pedagógica de EC y en www.escuelascatolicas.es @porlainnovacion

Mira el trailer y no te pierdas el documental completo que publicaremos próximamente en nuestro canal de youtube.

Irene Arrimadas
@iarrimadas