El pasado 1 de marzo tuve la suerte de participar en un encuentro formativo organizado por Escuelas Católicas en el marco de la colaboración con la organización Enlázate por la Justicia (de la que forman parte Cáritas, Cedis, Confer, Justicia y Paz, Manos Unidas y REDES), para dar respuesta a uno de los retos que se presenta a nuestros centros: fomentar el Pacto Educativo Global promovido por el papa Francisco en 2021.
Un grupo de docentes de distintos niveles educativos trabajó de manera conjunta con representantes de las ONG vinculadas al ámbito educativo y con miembros de Escuelas Católicas para diseñar y crear situaciones de aprendizaje relacionadas con la Educación Transformadora para la Ciudadanía Global, una oportunidad que nos ofrece la LOMLOE de incardinarlas en los distintos niveles educativos.
En esta labor nos acompañaron representantes de ambas organizaciones, que fueron capaces de convertir un encuentro de trabajo en un encuentro personal muy enriquecedor, en el que hubo tiempo de compartir no solo experiencias vitales, sino también un compromiso firme y decidido por transformar la educación de nuestros jóvenes y su forma de actuar desde un enfoque global.
La mañana empezó con unas dinámicas, en las que los participantes nos presentamos mediante la elección de la foto que más nos identificara de entre todas las que estaban pegadas en las paredes de la sala de reunión. Fue curioso ver que la mayoría eligió una foto relacionada con su trayectoria vital personal que luego asoció a su trayectoria profesional (una foto del mar, o del mar y la montaña, como símbolo del lugar de nacimiento; de una pareja de niñas de la mano como símbolo de la importancia del acompañamiento en la vida, complementada con una foto de ancianos como guía y ejemplo para ese camino; de una mesa de trabajo con herramientas para poner en práctica todos nuestros objetivos y sueños; y hasta hubo quien fue incapaz de elegir solo una foto, ya que la mayoría de ellas reflejaban su vida y trayectoria).
Fue muy impactante la siguiente dinámica, en la que tuvimos que dar la vuelta a todas esas fotos “amables” y pudimos ver la cruz, el reverso, que nos mostraba realidades y situaciones muy duras que se viven en el mundo como consecuencia de la sociedad desarrollada que hemos creado, en la que se excluye a tantas personas y pueblos. Ello dio pie a los participantes a “remangarse” y a querer poner nuestro granito de arena para intentar cambiar el mundo.
Tras el trabajo en grupos, se intentó llegar a una definición común de lo que era el eje del encuentro, la educación transformadora para el desarrollo y ciudadanía global en la actualidad. La idea principal hacía referencia a un proceso educativo encaminado a promover una ciudadanía global que genere una conciencia crítica y una cultura de la solidaridad con el objetivo de luchar contra la pobreza y la exclusión, sin olvidar el desarrollo humano y sostenible.
También mediante el trabajo en grupo fuimos capaces de terminar un puzzle en el que plasmamos cómo había sido la evolución de la educación para el desarrollo y la ciudadanía global a lo largo de las cinco generaciones (desde la caritativa/asistencial de los años 40-50 hasta la ciudadanía global de los años 90).
Tras la inspiradora intervención de un representante de la organización Enlázate por la Justicia, que terminó dando pistas sobre cómo debe ser un centro educativo transformador, se presentó el enfoque metodológico y por la tarde tuvo lugar un taller de situaciones de aprendizaje.
Sin duda alguna, una jornada de trabajo muy esperanzadora, en la que la puesta en común de experiencias enriquecedoras, por parte de un grupo de personas tan comprometidas y de tanta calidad humana y social, nos hizo ilusionarnos nuevamente con nuestra labor en favor de una educación más global y transformadora.
Sara Alonso-Alegre