Si alguna vez has hecho el Camino de Santiago, sabes lo que se siente cuando después de un largo día bajo el peso de tu mochila y con los pies cansados, se divisa a lo lejos ese pueblo donde por fin vas a poder descansar y revitalizarte antes de la siguiente etapa. Tal vez aproveches ese momento para recorrer en tu mente los paisajes que has podido disfrutar en el viaje, y sacas el mapa, fijándote en todos esos kilómetros que has pisado para llegar hasta aquí y pensando en cómo administrar tus esfuerzos en esa recta final que tienes por delante.

 Si percibes el fin de curso ahí a la vuelta de la esquina, también sabes de qué estoy hablando. Empezaste en septiembre con un sueño y una visión de cómo sería el año, e hiciste tu mochila, planificando tu viaje y marcando objetivos. Ahora es el momento de ver cómo ha ido, pero esta vez, aunque tú acompañes, quien tiene que llegar a la meta no eres tú.

 Saber en qué punto del camino se encuentra cada alumno de tu centro, de tu aula, es un reto, pero también es una de las claves para poder ayudarlos a avanzar hacia su objetivo. Afortunadamente, existen varios tipos de mapas entre los cuales podemos elegir en función de la información que buscamos, y que nos permiten analizar por separado distintas capas de la realidad.

El mapa de los conocimientos te lo dibuja la ley, y seguramente hayas comprobado mediante pruebas y exámenes que tus alumnos han alcanzado los aprendizajes que necesitan para defenderse en el mundo de hoy. ¿Y la capacidad para movilizar esos conocimientos junto con habilidades y mentalidades para poder resolver situaciones en diversos contextos? Para evaluar competencias transversales como la comunicación, la resolución de problemas o la autonomía, a lo mejor has hecho uso de una rúbrica, como si fuese una progresión indicando escalón a escalón qué evidencias necesitas recoger para comprobar que el alumno haya alcanzado un nivel u otro, y qué puede hacer para dar el siguiente paso.

En un mundo cada vez más global e interconectado, también conviene tener a mano un mapamundi. Las evaluaciones internacionales (tales como PISA, TIMSS y PIRLS) nos sirven de GPS y nos recuerdan en qué entorno nos movemos. Además de ayudarnos a conocer el nivel competencial del alumno de 15 años y su evolución en el tiempo, las pruebas PISA nos ayudan a generar propuestas de mejora para los centros, tomar decisiones informadas, y adaptar la formación del profesorado para fomentar el desarrollo competencial de los alumnos. Dado que estas pruebas están desarrolladas por equipos de expertos y basadas en investigaciones globales de referencia, nos ofrecen un marco sólido para realizar la “prueba de algodón” de nuestras propias evaluaciones y rúbricas: la herramienta GAPPISA (Guía para el Análisis de las Pruebas de evaluación desde la perspectiva PISA), por ejemplo, nos ayuda a convertir pruebas convencionales en competenciales, basadas en una situación problema realista, relevante y socializadora, como nos orienta Carles Monereo de la Universidad Autónoma de Barcelona.

¿Y hacia dónde tenemos que llevar a nuestros alumnos? En 2015, se evaluó por primera vez la resolución de problemas colaborativa en las pruebas PISA. Este año se evalúa la competencia global (que tiene que ver con la capacidad para crear un mundo inclusivo y sostenible) y la próxima edición de esta prueba (prevista para el 2021) incluirá una parte evaluando específicamente el pensamiento crítico y creativo. Mantengamos una mirada hacia el futuro para saber hacia dónde vamos, y también veremos más claro el camino.

Ojalá pudiéramos todos invertir en un GPS de última generación para conocer las coordenadas exactas de nuestros centros y alumnos de la forma más exacta posible. Las pruebas “PISA for Schools” proporcionan información detallada y una comparativa con centros de características similares. La experiencia de los centros que destacan en esta prueba nos ayuda a identificar las claves del buen desarrollo competencial de los alumnos: innovación, altas expectativas, colaboración entre profesores y buen clima de aprendizaje… ¿Podría ser tu centro? Aunque no hayas participado en la prueba, tal vez puedas extraer algún aprendizaje (o felicitarte por estar haciendo las cosas bien, que también está permitido).

Si tenemos claro hacia dónde queremos ir, veremos cómo las evaluaciones nos pueden servir de mapa. Y entonces, sí que sabremos si estamos en el “buen camino”.

Eline Lund

@Eline_BL