En estos días de vorágine, las familias pasean sus preocupaciones de escolarización por las ciudades, en búsqueda del mejor centro educativo para sus hijos.
En muchos colegios preparan con mimo y dedicación una jornada de puertas abiertas para ofrecer, a modo de escaparate, la variedad educativa que se cocina en sus aulas, pasillos y despachos. Se presentan con brillo todos los atractivos colegiales para responder a las demandas familiares, pero es recomendable que, para satisfacer realmente la exploración y elegir lo mejor, la familia pueda visitar el colegio en una jornada lectiva; pasearse por las aceras que rodean el edificio a la salida de clase y mirar cómo salen los alumnos: sonrientes o cansados, preocupados por los deberes, dicharacheros contando a las mamás lo que han hecho en clase o la interesante actividad que les ha planteado la profesora.
Escuchar a las madres en la puerta del patio da muchas pistas, si salen deprisa y criticando al tutor, si se hacen las remolonas contemplando a los chiquillos en las múltiples actividades extraescolares; si arrastran a los niños desde los toboganes del patio, de los que es imposible separarlos y se quedan en corrillos a comentar la jornada.
Estos detalles del día a día, son los genuinos “items” de veracidad escolar.
El auténtico compromiso se palpa en la presencia activa de las familias en la vida colegial y en los órganos de participación, la implicación de la AMPA en la formación de padres, en el apoyo a los actos que se realizan y la creatividad a la hora de plantear propuestas.
También en la cercanía de los docentes para hablar con las familias y bucear juntos para encontrar soluciones en el proceloso mar de los problemas adolescentes, y en las necesidades educativas que presentan algunos alumnos. Plantear estrategias educativas conjuntas y aunar esfuerzos que consigan motivar a los estudiantes y aligerar a las familias de la inquietud por acertar en la educación.
Es importante conocer los valores que se viven en el colegio, que sean coherentes con los que defiende la familia. No solo lo que desarrolla el carácter propio y lo que aparece en los folletos publicitarios, sino lo que realmente se contagia y procede de la honda raíz del proyecto educativo.
Es fácil comprobar en la web colegial si los principios de la enseñanza, que se enuncian se corresponden con las actividades que se llevan a cabo, las campañas que se promueven, y si la metodología responde a la inclusión y a la atención a la diversidad del alumnado.
Son muchos los retos sociales a los que tiene que responder la escuela.
Uno de ellos son los tiempos dedicados a los idiomas. En una estresante carrera, los centros educativos quieren hacer plurilingües alumnos a base de títulos y certificados, avalados por prestigiosas universidades. Comprueben bien los padres demandantes de plaza escolar si los alumnos son realmente competentes para transitar con soltura lingüística, por el mundo, si realizan intercambios con otros colegios europeos y si proponen estancias escolares en otros países, como el mejor entrenamiento personal para ser “ciudadano del mundo”.
Muchos padres sienten especial aprecio por la ecología, buscan espacios ajardinados, donde sus hijos jugueteen al sol y aprendan en ambiente natural de perfume vegetal. Una mirada a las luminarias nos permite valorar si cuidan el ahorro energético, la existencia de bidones de reciclaje nos muestra el respeto al medio ambiente así como la utilización de papel reciclado en las comunicaciones y documentos.
Imprescindible recorrer instalaciones para descubrir pasillos-muestrario de las actividades que ayudan a aprender, atractivos aseos adaptados a las diferentes edades y que favorecen el desarrollo de los hábitos de higiene y autonomía para los más pequeños.
Echar un vistazo a la galería fotográfica nos permite conocer cómo era el colegio en su origen, qué mejoras ha vivido el mobiliario, los cambios que van ampliando nuevos espacios educativos y más funcionales.
Los diplomas y reconocimientos que han ido tejiendo el tiempo escolar, las certificaciones de calidad, que cuelgan de las paredes, el éxito en la participación en concursos y certámenes.
No podemos ignorar la utilización de las tecnologías (pizarras digitales, tablets, recursos didácticos on line) como apoyos necesarios para la adquisición de las competencias educativas del alumnado. Valorar también la innovación en las metodologías del aprendizaje, con dinámicas transformadoras que den respuesta a los diferentes aprendizajes del alumno, si provocan la investigación, si desarrollan capacidades o reproducen pasivamente los conocimientos.
Siempre es interesante circular por las redes sociales del centro para tener una visión global de sus aportaciones a la sociedad, su presencia real en los hogares. Valorar la transparencia en sus comunicaciones y la fidelidad a la noble tarea de Educar.
Vicenta Rodríguez
Presidenta de Escuelas Católicas Comunidad Valenciana