En la mente de muchos está empezando a resonar, desde distintos lugares, la misma pregunta: ¿nos estamos acercando a la próxima gran guerra?
Analizando la situación actual, y la del siglo pasado, hay muchas coincidencias que se asemejan peligrosamente a la situación aparentemente prebélica y los años de entreguerras, a la época de los terribles totalitarismos europeos que precedieron a la 2ª Guerra Mundial.
Personalmente, me parece que el rearme mundial es el preludio de una gran batalla bélica que está por venir. Y me quiero equivocar, pero, y si es así, ¿cómo paramos el mundo para poder bajarnos?
Hacen falta medidas para desescalar las fricciones y los odios. Sin embargo, a cada paso de política internacional, parece que las provocaciones de unos y otros suben de nivel y empeoran la situación. En lugar de mensajes tranquilizadores, se escuchan otros que hablan de prepararse para escenarios peores, de adquirir los nuevos hunter “plunchin”, “patriot” warriors o los misiles “megachulis”, para estar mejor equipados y preservar así la paz.
Paren.
¿Nos están hablando en serio?
El argot militar y las estrategias de desestabilización no nos llevan a espacios de seguridad, más bien estrechan las delgadas líneas rojas que por suerte todavía existen. Esas líneas rojas se sustentan en la gran fortaleza de la población, que en su mayor parte es pacifista y que no busca, ni quiere, ni entiende, el futuro que algunos parece que están preparando.
Tan solo las negociaciones y el humanismo hacen crecer escenarios seguros y de entendimiento entre pueblos hermanos, o entre sociedades, por muy diferentes que puedan ser, que han de convivir en el mismo espacio geográfico y/o temporal.
La aparición con ropa militar de políticos no augura ningún futuro prometedor. Cada comentario que ataque a otra región, a otro gobierno, cada estratega que propone a sus dirigentes estrangular la economía de “aquí” para presionar a los de “allá”, en realidad está promoviendo un mensaje de confrontación, y un día esa medida se volverá en su contra.
¡Deténganse y reflexionen!
Desde Escuelas Católicas siempre hemos defendido el europeísmo y la internacionalización de la educación. El contacto con nuestra realidad más cercana ha de combinarse con la participación en un mundo más grande, en el que haya contacto y habilidades lingüísticas para desenvolverte con los demás. La Europa de los valores sigue presente, en nuestros corazones muchos nos negamos a ver a los demás con el enemigo.
En todo caso nos quedamos con el genuino “Gila”, donde el enemigo siempre será el que está al otro lado de la frontera, pero con el que podemos contactar con una llamada telefónica y arreglar nuestros problemas, que posiblemente tan solo fueron malentendidos.
Más UE y más humanista que nunca, con más fraternidad y más solidaridad, comprendiendo que somos un crisol de civilizaciones, etnias, religiones, al igual que lo que ocurre en nuestras aulas y en nuestros barrios. Nuestra vida está cambiando, en las grandes ciudades va más rápido, pero el cambio llega a todos los lugares y la combinación de acuerdos y comprensión es lo único que nos llevará a encontrar espacios de PAZ para este desaguisado.
Jacobo Lería Hernández
Responsable proyecto Célula Europa