La evaluación de la parte del speaking o expresión oral de un examen de idiomas es, por una parte, la que más nervios y temblores provoca en los alumnos pero, también, la que más retos presenta para el examinador.
Lo primero que hay que saber es, del lado del examinador, “¿qué es lo que quiero evaluar y en qué nivel?”. Y, por parte del candidato a superar la prueba, “¿qué es lo que se espera de mí?”. Son preguntas que, necesariamente, tienen respuestas confluyentes. Lo que en Cambridge English Language Assessment tenemos en cuenta en una evaluación de speaking es el proceso comunicativo o, dicho de otra manera, la eficacia de una persona para expresarse y hacerse entender en una lengua extranjera, explican Evelina Galaczi, Principal Research & Validation Manager, y Natal Khabbazbashi, Senior Research & Validation Manager de Cambridge English Language Assessment, que han estudiado profundamente la evolución de los estudiantes en el speaking.
En este proceso entran en juego cuestiones como el vocabulario, la gramática, la fluidez, la pronunciación y la capacidad de comprender al otro. Ninguna de ellas se debe evaluar de forma aislada en un speaking pero todas contribuyen a asegurar la eficacia del proceso comunicativo.
Circulando por las avenidas del idioma
Galaczi y Khabbazbashi aseguran que aprender a hablar en otro idioma es un proceso que tiene mucho que ver con aprender a conducir. En los primeros pasos al volante prima la prudencia: lo primero de todo es ponerse el cinturón de seguridad y ajustar los retrovisores. El vocabulario y la gramática básicos van a ser también nuestro cinturón y nuestros retrovisores antes de arrancar e integrarnos en las calles tranquilas de una población sin mucho tráfico. En estas calles practicaremos nuestros recursos básicos: seremos capaces de pedir y recibir un café, de hacer una pregunta sencilla…
Pero estas calles pronto derivan en una avenida más ancha, en la que nos encontramos con nuevos y más rápidos vehículos; en la que, en definitiva, nos vemos obligados a interactuar con otras personas a un nivel cada vez más complejo. Todavía estamos en el momento de hablar sobre experiencias personales pero logramos hacerlo gracias a nuevos recursos hechos con los mimbres de la gramática, el vocabulario, la lectura…
De este modo, poco a poco, nos hemos ido acercando a la autopista. Conducimos con fluidez y rapidez; nuestras frases y palabras salen casi sin pensarlo y, aunque todavía tengamos alguna duda a la hora de reaccionar rápidamente ante situaciones imprevistas -alguna laguna de vocabulario, algún defecto gramatical-, avanzamos a la velocidad adecuada y entendemos y nos hacemos entender.
El evaluador de la parte del speaking sabe si su candidato todavía conduce por las calles tranquilas del idioma o si, por el contrario, ya ha llegado a la entrada de la autopista y debe decidir si está listo para recibir un coche más rápido. Una dificultad añadida es que el examinador debe hacerse una idea de la personalidad del alumno con bastante rapidez, “¿no habla mucho porque no sabe expresarse o porque es una persona tímida?”. Su habilidad también reside en hacer entrar al candidato en la conversación y, en los casos en los que se evalúa la conversación entre dos alumnos, no permitir que uno de ellos, el más extrovertido, monopolice la misma. En todo caso, los factores que atañen a la personalidad se dan en la vida real tanto como en el examen, por lo que la evaluación de la capacidad de hablar un idioma no debe estar supeditada a este factor.
Una pronunciación perfecta… o no tanto
Uno de los aspectos en los que, tradicionalmente, se ha puesto gran atención es en la pronunciación y el acento, especialmente en el idioma inglés por las dificultades que presenta y con el inglés británico como el ideal a imitar en el entorno europeo. Este empeño pertenece al pasado. Si tenemos en cuenta que, según el estudio Etnologue, existen casi 1.000 millones de hablantes de inglés no nativos frente a unos 350 millones de nativos, la conclusión a la que llegamos es que la mayoría de las personas tendrán más oportunidades de interactuar en inglés con otras personas que tampoco tienen este idioma como su lengua materna. Lo importante es que, independientemente de acentos locales, la pronunciación sea entendible y no dé lugar a ambigüedades.
Por ese motivo, los examinadores se entrenan para tener lo que se llama un “oído internacional”. Prima la eficacia del proceso comunicativo en un determinado nivel y desde un punto de vista global aunque, como bien se ha dicho antes, está eficacia está apoyada en el manejo de vocabulario, gramática y una pronunciación comprensible, aunque tenga matices locales Sin embargo, estos factores son meras herramientas que permiten un buen manejo del discurso y una interacción apropiada, que juntos conducen a una comunicación real y acertada. Si es así, ¡prueba superada!
Xavier Ballesteros
Head of Marketing Cambridge English Language Assessment para España y Portugal