Seguramente muchos ya hayáis pisado la playa y estáis observando las olas que van y vienen. Algunas son pequeñas y otras enormes, pero todas traen consigo un ritmo y dirección únicos. Así es como podemos ver el avance de la inteligencia artificial (IA) en nuestras vidas y, más específicamente, en el ámbito educativo. 

Desde siempre, la humanidad ha enfrentado descubrimientos que han revolucionado nuestra forma de vivir, pensar y trabajar. La IA es una de esas olas que prometen cambiarlo todo. Como en las narraciones de Isaac Asimov, la interacción con máquinas inteligentes ya no es solo ciencia-ficción. Hoy, la IA se manifiesta en asistentes de voz, recomendaciones en plataformas de streaming, y herramientas generativas como ChatGPT y DALL-E (entre una multitud en incesante crecimiento).

La necesidad de una reflexión previa y continua

Esta metáfora de las olas nos ayuda a entender mejor cómo enfrentar el desafío de la IA en la educación. No se trata solo de montarse en la ola más alta, sino de hacerlo con la preparación y el equilibrio necesarios. Así, la IA se convierte en una herramienta valiosa y no en un obstáculo. El conocimiento profundo y la formación continua son como las lecciones de surf que nos preparan para enfrentar las olas más grandes y complejas. La ética en el uso de la IA es como mantener el equilibrio en la tabla, asegurándonos de que cada movimiento esté bien pensado. 

El primer paso para un uso ético y responsable de la IA es comprenderla a fondo. No podemos simplemente subirnos a la ola sin conocer cómo funciona. Entender las capacidades y limitaciones de estas herramientas es fundamental para utilizarlas de manera efectiva en el entorno educativo. Esto implica una formación continua para que tanto docentes como estudiantes estén al día con los avances y mejores prácticas.

El entusiasmo por la IA debe equilibrarse con una reflexión ética. Así como un surfista necesita equilibrio sobre su tabla, los usuarios de IA deben tener en cuenta que estas herramientas son aliadas poderosas, pero no sustituyen el juicio humano. Los docentes siguen siendo los capitanes de sus aulas, revisando y ajustando las propuestas generadas por la IA para asegurar su validez y pertinencia.

La seguridad y la privacidad son cruciales en el uso de la IA. Debemos ser conscientes de los datos que compartimos y cómo se manejan. Proteger la privacidad de los estudiantes y de toda la comunidad educativa es una prioridad. 

El pensamiento crítico es esencial cuando hablamos del uso de la IA en la educación. Los estudiantes deben aprender a cuestionar, analizar y verificar la información que esta tecnología genera. Solo así podrán aprovechar el verdadero potencial de la IA, que incluye impulsar la creatividad, ofrecer nuevas perspectivas y generar ideas frescas. 

Debemos avanzar con cautela pero sin detenernos. Establecer tiempos y espacios adecuados para la incorporación de la IA en las aulas es esencial para no abrumar a docentes ni a estudiantes. La evaluación periódica y la adaptación a las normativas vigentes aseguran un progreso constante y seguro.

Es crucial también no perder de vista el objetivo principal de los centros educativos: la formación integral de los estudiantes. La IA debe ser vista como una herramienta que complementa, no que sustituye, la labor educativa. Promover un uso equilibrado de la IA, que favorezca la inclusión y la equidad, es fundamental para garantizar que todos los estudiantes se beneficien por igual de estas innovaciones.

La inteligencia artificial, como las olas del mar, está aquí para quedarse. Aprender a surfear estas olas con conocimiento, ética y responsabilidad nos permitirá aprovechar su potencial sin perder de vista lo más importante: el bienestar y la formación de nuestros estudiantes. Con una reflexión continua y un enfoque centrado en las personas, podemos transformar la IA en una aliada poderosa en la educación, y no en una amenaza. La clave está en avanzar sin prisa pero sin pausa, estableciendo tiempos y espacios adecuados para la IA en nuestras aulas. No debemos apresurarnos, pero tampoco quedarnos atrás. 

Tú decides si te dejas arrastrar por la ola o utilizas tu fuerza a tu favor.

Un pequeño regalo de fin de curso. Descarga aquí la infografía elaborada a partir de la reflexión de los coordinadores pedagógicos y pastorales de las entidades titulares de Escuelas Católicas.

Rafael Molina
Departamento de Innovación Pedagógica de Escuelas Católicas