– Papá, ¿sabes quién es el Rey de los virus?

– No -le dije a mi hija-. Pensé que se refería al famoso (al menos entre los niños de su edad) juego de cartas.

– El coronavirus.

Al principio no caí. Luego me reí, por la ocurrencia. Era cuando se empezaba a hablar del virus en China. No era cosa de risa. Ahora lo sé.

Y efectivamente es el Rey de los virus, pero de esos reyes villanos de los cuentos. Nos ha encerrado a todos en nuestras casas y no nos deja salir. Amenaza con acabar con nosotros o con nuestros parientes cercanos. Y aquí estamos, esperando a que llegue un príncipe o una princesa y nos dé un beso, porque es lo que necesitamos ahora, besos y abrazos de aquellos que tenemos lejos aunque nos separen solo cinco minutos andando.

Ahora somos padres 24 horas pero de una manera especial. Yo esto solo lo había vivido en fines de semana o períodos vacacionales, pero con mil planes por delante, sol, terrazas, cines… Como casi todos, nunca había estado tantos días sin salir de casa. No solo los profes nos han puesto deberes, el coronavirus nos ha obligado a recordar los verbos de la primera conjugación.

Primera persona del plural

Verbo “Parar”. Nosotros paramos. Paramos de correr a todas horas y a todos lados. Ya no se puede. Ya no tiene sentido.

Verbo “Ganar”. Nosotros ganamos. Por primera vez en mi vida no me preocupa perder el tiempo. Ahora nos sobra. Por primera vez tengo todo el tiempo para nosotros y somos nosotros quienes decidimos, la mayoría de las veces, cómo gastarlo.

Verbo “Educar”. Nosotros educamos. Nos enfrentamos a un nuevo reto como padres. Tenemos que educar en el respeto, en el compromiso, en la generosidad, en el cuidado y en un montón de palabras que cobran ahora un gran significado. Tenemos que hacer un poco de maestros para ayudar a entender aquello que ya no pueden “preguntar a la seño”. Es un período de aprendizaje y de autoconocimiento. De aprender de la realidad que a veces es dura y decide por nosotros y de cómo nos enfrentamos a ella. Y, por supuesto, como padres, tenemos que aprender también de nuestros hijos. De cómo se han adaptado a este nuevo ritmo sin pataletas, sin protestas, sin chantajes ni caprichos. Gracias por seguir enseñándonos a valorar lo pequeño. Vosotros lo sabéis. A nosotros a veces se nos olvida.

Verbo “Crear”. Nosotros creamos nuevas rutinas, creamos nuevas formas de hacer gimnasia. No sabía que mi pasillo era tan largo hasta que tuve que recorrerlo haciendo sentadillas. Creamos nuevas comidas ahora que no “debemos” bajar al super cada vez que nos falta algo. Creamos nuevas formas de orar ahora que la catequesis y las misas se han suspendido. Podemos hacerlo todo de manera distinta. Ya sabéis aquello de que entre creer y crear solo una letra de diferencia.

Verbo “Jugar”. Nosotros jugamos a cosas nuevas o hacemos manualidades especiales ahora que nos han obligado a hacerlo con lo que tenemos en casa. Hay que buscar nuevas formas de diversión ahora que nadie piensa por nosotros y no podemos pagar por una actividad en la que el disfrute esté asegurado.

Verbo “Hablar”. Nosotros hablamos, como hacía mucho tiempo. No puedo decir que no hablemos habitualmente, pero es distinto. No hablamos de las extraescolares de mañana, del material que hay que ir a comprar, de las películas que estrenan este fin de semana, de los pantalones que se han quedado pequeños. Ahora hablamos de las personas a las que echamos de menos, de nuestros familiares enfermos, o de los padres de nuestros amigos que están hospitalizados o han fallecido. Hablamos de cómo ha cambiado todo, de lo bien que sabe ahora un café juntos o la tortilla de patata. De las pequeñas cosas, de lo importante que es ahora cada beso. Hablamos de lo esencial y no es que antes no lo supiéramos, es que no lo valorábamos lo suficiente.

Verbo “Llamar”. Nosotros llamamos. A nuestros seres queridos. A nuestros amigos. A los amigos del cole. Y nos contamos cómo estamos, qué hemos hecho hoy, cómo hemos pasado el día, o qué libros estamos leyendo. Y nos vemos, por videollamada. Parece mentira lo que aporta ahora una mirada o un gesto. Ya no nos damos cuenta de qué llevan puesto, ahora solo miramos a la cara y somos capaces de cazar el beso que dan a la pantalla porque es para nosotros. Directo a nuestro corazón.

Verbo “Esperar”. Nosotros esperamos. A que esto pase. A que la cordura y la responsabilidad haga su trabajo. A que el virus se aburra y nos deje. Contamos los días y las horas en que volvamos a abrazar a aquellos que han perdido a sus seres queridos en soledad y a reunirnos para celebrar la vida que nos queda.

Verbo “Besar”. Nosotros nos besamos. A partir de ahora, hija mía, estás perdida. Siempre que pueda te voy a dar dos besos, el que me toca y el otro por todos aquellos que no pudimos dar en el año 2020 por culpa del Rey de los virus.
Ahí van los dos primeros ¡Mua!¡Mua!

@albertomayoral